De la realidad del recuerdo

¿Cuántas veces hemos visto en una película la típica rueda de reconocimiento donde un testigo presencial ha de juzgar si entre los presentes se halla el culpable, y cuántas veces hemos visto la duda en él a la hora de elegir uno?, ¿Cuántos relatos diferentes puede haber de un mismo accidente? porque ¿Cuánta gente puede decir que recuerda con claridad un episodio traumático?

Parecen preguntas tontas especialmente porque creemos que podemos confiar en nuestra memoria, en que los recuerdos que mantenemos son una copia fidedigna de un pasado que hemos vivido, tanto más cuando la experiencia es intensa, pero ¿cuánto de verdad hay en ello?

¿Es el recuerdo como una fotografía del pasado?

Se han hecho estudios que demuestran que es posible “implantar” recuerdos y que de hecho estos falsos recuerdos acaban asumiéndose como propios hasta el punto de que no se es consciente de que son falsos. Para más información sobre el tema recomiendo el trabajo de la psicóloga cognitiva E. Loftus.

Pero de lo que quiero hablar hoy, o más bien lo que quería comentar es un artículo escrito por Oliver Sacks, neurólogo, autor de libros como el famoso “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, en el que describe casos de pacientes con lesiones cerebrales y sus síntomas y que recomiendo desde aquí. El artículo al que me refiero trata precisamente sobre estas (malas) pasadas de la memoria, y cómo afectan al proceso creativo, llevando en muchos casos sin pretenderlo, al plagio.

Lo que Sacks propone desde la anécdota personal de una experiencia que él no vivió pero si cree recordar como suya, es que todo lo que leemos, vemos, experimentamos…pasa a formar parte de nuestro registro de recuerdos independientemente de que en el origen esas ideas o experiencias fueran realmente propias, así al cabo de un tiempo no sabríamos decir si esa idea que ahora planteamos la oímos a alguien o es producto made in nuestro propio cerebro.

Me parece una propuesta de lo más interesante, especialmente porque es algo que vemos todos los días: en nuestros jefes que parecen “apropiarse” de nuestras ideas sin darnos crédito, en el plagio de obras de arte o en la literatura…Y es que, si es tan difícil definir la barrera entre lo nuestro y lo de los otros, ¿dónde queda lo genuino? ¿qué es inspiración, qué plagio?

Otra de las cuestiones que Sacks también discute es el porqué de esta capacidad de asimilación de memorias, indistinguibles tanto desde un punto de vista funcional (un escáner de resonancia magnética funcional no vería diferencias entre el procesamiento de un recuerdo falso y uno verdadero) como desde el de la experiencia. La razón, según él, y yo estoy bastante de acuerdo, es que recordar la fuente de todo conocimiento o experiencia que adquirimos a lo largo de nuestra vida es excesivo, aparte de innecesario para sacar provecho de esa información, de ahí que se descarte.

El problema de este fenómeno -aparte del obvio temor al plagio- es que, por ejemplo, en ciencia hay que justificar cualquier argumento con una referencia a un autor, o sea a un artículo en particular. Y cuando, como yo, tu memoria para nombres de autores -ya sea de películas, música o ciencia- es terrible, lo llevas mal. A no ser que tu campo se reduzca a 4 o 5 laboratorios grandes….

Os recomiendo que leáis la pieza de Sacks. Está en inglés y es un tanto extensa, pero realmente merece la pena, especialmente por lo que deja en el aire…¿y si en el fondo no somos sino -inconscientes- replicantes?

4 thoughts on “De la realidad del recuerdo

  1. ¡Un post genial! Le regalé el “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” a una amiga y me quedé con las ganas de leerlo.
    Es interesante pensar que somos replicantes y que tomamos “nuestras” ideas de otros, memes que se van propagando y modificando y los tomamos como si fuesen nuestros.

    Slds,

    1. Me alegro que te haya gustado…ahora ya puedes pedirle el libro a tu amiga y pegarle un repaso, merece la pena. Todo un clásico.

Comments are closed.