Ya se ve la luz

Esto se acaba…en tres meses exactamente. El tiempo que han prolongado mi contrato, tiempo espero que suficiente para que mi jefe termine sus correcciones, el tribunal revise y evalúe mi trabajo y defienda mi tesis. Es posible que esto último ya ocurra en tiempo de descuento, pero no importa, porque ya huelo la libertad. Y es una esencia que me llena de ilusión, que me motiva con la idea de nuevos comienzos, y que al mismo tiempo me aterra, pues a día de hoy no tengo ni idea de hacia dónde dirigir mis pasos, únicamente se que la dirección apunta lejos de la academia. Mi tiempo como científica ha terminado.

Ahora que estoy a punto de poner punto y final a casi 10 años de carrera científica, siento un sabor agridulce, porque aunque siento que aún quedan muchas cosas por hacer, y aunque la ciencia siempre será una de mis pasiones, ya no me quedan ganas de seguir luchando y dejándome la piel en esta “rat race” tan desagradecida. Estoy cansada del nepotismo, de que no exista una verdadera meritocracia, de que las buenas ideas y el trabajo sólo se midan en índice de impacto, y de que al final tu carrera, tu sueldo y tu vida dependa de lo bien que te llevas con el lidercillo de turno.

No dudo que en el “mundo real” las cosas no deben ser muy diferentes, si acaso peores, pero al menos ahí no te engaña nadie, ahí no juegan con tu ilusión, con tu vocación, con tu amor por la ciencia para justificar que todo vale.

La gota que ha colmado el vaso de mi paciencia ha sido el comprobar que no valemos más que para producir datos a bajo precio con que hinchar el currículo de los que mandan. Tras prometerme seis meses más en el lab, mi jefe decidió que con tres bastaba cuando me negué a empezar una nueva serie de experimentos que llevaría al menos otro año para mejorar los datos de un artículo que hasta una semana antes estaba listo. Esta no ha sido la única alegría que me han regalado en el trabajo en las últimas semanas, y con todas ellas mi resolución de colgar la bata se ha afianzado si cabe aún más.

Lo peor ya ha pasado. Con la tesis escrita, a espera de entregar, preparar el artículo y planear el futuro, especialmente unas bien merecidas -y largas- vacaciones, tengo la agenda repleta y la mente a tope, pero espero empezar a encontrar huecos para volver a reencontrarme con el blog, que se echa en falta. Y mucho.