Un empujón más

Hace bastante que no me paso por aquí pero tengo excusa. En estas últimas semanas en el labo se decidía el futuro de mi proyecto. Si tendría que volver al suplicio del trabajo con animales y la oscuridad del microscopio o si ya podíamos dar paso a la fase final de mi doctorado: análisis y escritura.

Con más alegría de la que se puede condensar en palabras os diré que ¡se acabaron los experimentos! No más operaciones, no más abrir cabezas, no más días encerradas a oscuras con mis ratones y una pantalla a rayas. C’est fini.

Ahora tengo que pegarme una buena panzada de análisis, de dibujar circulitos alrededor de mis neuronas, de soñar con ellas, de pegarme con MatLab y de programar y reprogramar hasta conseguir las figuras perfectas. Pero al menos lo haré ¡con luz! Aunque sea eléctrica, igual me da. Vuelvo a ser una persona normal. No más días de oscuridad y noche continua.

El plan es empezar a escribir en octubre y con suerte, si mi jefe se pone las pilas con las correcciones entregar entre finales-primeros de año. El artículo se hará cuando se pueda. Quizá esperando la defensa.

Así que queridos míos, a esta etapa le quedan los días contados. No es un número exacto porque esto es ciencia y como tal se revisa todos los días, pero calculemos unos seis meses. ¡Y se acabó!

En lo que queda no sé cuán a menudo me dejaré ver por aquí ni de qué humor estaré. Dicen los que saben que en esta época a los estudiantes de doctorado les sale humo de la cabeza y fuego por la boca así que yo no me acercaría mucho a mí, por si acaso. Pero por ahora, la presión parece seguir a raya. Ya os contaré…