Mala conducta…científica

Hoy tengo que haceros una confesión: Los científicos no somos Dioses.
Losé losé losé, los ecologistas dicen que nos gusta jugar a ser Dios y enredar con los genes, o modificar el curso de los ríos o sacar energía de átomos…pero en serio, NO.

Y la verdad es que resulta un problema. ¿por qué? Porque desde pequeños se nos enseña a “creer” en la letra impresa. Si lo dice el libro será que es verdad y ese Cromañón galopaba a lomos de un dinosaurio o Moisés de verdad abrió un mar para dejar que pasaran los colegas…y claro, luego llega una a esto de hacer Ciencia y resulta que no, que como no somos Dioses lo que está escrito no es ley y puede estar equivocado; y te pasas meses intentando reproducir los resultados publicados en una revista y sometidos al proceso de revisión por pares y NO SALE, y desesperas, claro, quizá con suerte entonces alguien destape la liebre de que esos resultados NO PUEDEN SALIR y aparezca la retracción o corrección al artículo original. Momento en que dudas si:
a) mandarle un paquetito sorpresa a los autores del estudio;
b) respirar por fin, porque ya tienes la prueba de que tenías razón y/o alternativamente;
c) mandarlo todo al carajo y poner un bar para estudiantes de doctorado frustrados (un gran negocio, por otra parte…

Bueno, aunque se trate de una experiencia non grata hay que empezar a asumir que este es un fenómeno que forma parte de la Ciencia. No sólo porque se cometen errores humanos e inconscientes sino porque además, la Ciencia también es un “negocio” que funciona bajo presión y donde la gente también puede caer en la tentación de falsear o “embellecer” sus datos (¿o pensábais que el PhotoShop sólo se usaba para taparle los granos a las modelos?). Por suerte, cada vez es más fácil para las editoriales detectar algunos tipos de mala práctica, especialmente en lo que se refiere a imágenes, pero aún permanece el problema de que para destapar las dudas sobre ciertos artículos es necesario intentar reproducirlos sin éxito y acceder tanto a muestras como a datos, en muchos casos varios años después de la publicación del artículo original.

Según un artículo publicado en Nature, en los últimos 10 años el número de retracciones se ha incrementado 10 veces y que casi en un 50% de los casos, éstas se deben a casos de mala práctica (plagio, autoplagio, o datos falseados). Sin embargo, en este artículo se postula que, de hecho, muchos artículos no son retractados por políticas editoriales que oscurecen el proceso, y que muchos científicos rehúsan retractar o incluso corregir sus artículos por miedo a que se les cuelgue el sanbenito de tramposos. Otro problema aparente es que en muchas ocasiones al acceder al artículo no existe un enlace directo a la retractación posterior y por ello, artículos retractados siguen citándose en nuevos artículos (si quieres leer más sobre este tema en concreto).
 Incremento de las retractaciones (Nature,2011)

 

Uno podría pensar que con los años la Ciencia ha perdido la ética y por eso el aumento de las retracciones, sin embargo, tanto el autor del citado artículo de Nature como yo, creemos que el hecho de que se reconozcan los errores más ahora no es un retroceso sino un avance porque en todos sitios hay alguna manzana podrida (en algunos ámbitos más que otros, se me ocurren la política, la economía) pero es más valioso para el avance de todos entonar el mea culpa y tirar para adelante, y porque hacer Ciencia ya es bastante complicado como para esperar esa retractación que ponga fin al sufrimiento de meses-años de experimentos infructuosos (incluso ha sido razón de que echaran a un par de estudiantes de doctorado incapaces de reproducir los datos de una persona del mismo lab de quien ahora han retractado todos sus artículos e incluso han revocado su PhD por mala conducta -científica-, lee más).

Por cierto, para estar al tanto de las últimas retractaciones y escándalos derivados, echad un vistazo a Retraction Watch. No tiene desperdicio.