
Aunque no me considere tal, está claro que me he equivocado. En mi libro “Genética eres tú” publicado a finales del año 2020, incluí un último capítulo dedicado a la genética del COVID-19. En ese capítulo, reflejé lo que se sabía en aquel momento sobre este tema, que cada día va evolucionando. Simplemente, porque, por desgracia, llevamos conviviendo con el virus ya más de año y medio, y hay miles de científicos dedicados a desentrañar sus secretos por la cuenta que nos trae.
Entonces parecía que la posibilidad de que el virus mutara para peor era improbable cuando menos, y sin embargo ahora convivimos con las variantes alpha, delta y lambda, a cada cual más infecciosa y de efectos más graves.
Me equivoqué. A toro pasado, es fácil ver dónde hemos fallado o lo evidente de una situación que no quisimos ver, pero en este caso, ni yo ni las evidencias existentes entonces indicaban otra cosa que lo que refleje en el libro.
Esto es una muestra de lo que ocurre en Ciencia, porque la investigación avanza. El mundo cambia. Y lo que ayer era ley, ahora es ceniza. Eso es la Ciencia. Y nadie tiene por qué asombrarse o dudar de ella, porque la Ciencia, como todos nosotros, evolucionamos.
No me gusta mucho equivocarme, pero en este caso entonar el mea culpa no me cuesta, porque por más que me gustaría, no puedo ver el futuro.