Cómo mejorar el sueño en los padres primerizos

Aunque prometí que este no se convertiría en un blog de maternidad, dado que los temas que me interesan tienen que ver en cierta manera con mis experiencias vitales, algún artículo habrá relacionado, aunque sea indirectamente, con ella.

Una de las cosas que más sufrimos los padres en los primeros meses es la falta de sueño, y lo siento por todos los que estén en este punto, la ciencia no va a hacer que durmáis una noche del tirón, pero lo que si que existen son pautas que pueden ayudar a que incluso en las primeras noches tras el parto, tanto el padre como la madre puedan descansar.

Hablo en concreto de un estudio intervencional, randomizado y controlado (aunque no ciego) sobre dos grupos de madres primerizas de diferente estrato socioeconómico (n>100), para comprobar si cambios a 3 niveles de higiene del sueño conseguían incrementar la calidad, si no la cantidad, de sueño en éstos. Aunque el estudio se centró en evaluar la calidad del sueño de las madres, también se observó una mejora del sueño en los padres en los grupos en que se llevó a cabo la intervención respecto al grupo control.

Vamos por partes, los cambios en la higiene del sueño que se llevaron a cabo, tocaban 3 puntos: el primero, incrementar la cercanía entre madre/hijo, el segundo: limitación del ruido y el tercero, iluminación tenue.

El primer punto parecería obvio, pero en un estudio hecho en los EEUU, donde la mayoría de los padres dejan a sus hijos dormir solos en su habitación desde el primer día supone un cambio de paradigma importante, aunque lógico: si el niño duerme cerca de la madre (ya sea en la misma cama, o al lado en la misma habitación), la madre atenderá antes a las necesidades del bebé que si ha de esperar a oírlo llorar en la otra habitación. Naturalmente, esta rápida intervención favorece también que el bebé vuelva a conciliar el sueño antes y la madre/padre puedan hacer lo mismo. Por otro lado, la cercanía del bebé, que hace ruiditos al dormir (ronquidos, risas, tos…) pueden entorpecer el sueño de los padres, por eso en este estudio incluyeron ruido blanco de fondo, que ayuda a enmascarar estos ruidos intermitentes e incrementa la calidad del sueño. Por último, la luz. Es sabido que la luz, especialmente la luz blanca (similar a la luz del amanecer, cercana al azul en el espectro de longitud de onda, y que señala: inicio del día a nuestro cuerpo), puede entorpecer los ciclos de vigilia-sueño, pero naturalmente algo de luz es necesaria para alimentar y cambiar de pañal al bebé en la noche. El uso de una luz tenue, amarilla, constituye el tercer brazo de esta intervención.

La calidad del sueño antes de la intervención era peor en el grupo de madres de nivel socioeconómico bajo, y de hecho, es este grupo el que más se benefició de la intervención. No se observaron diferencias significativas en cuanto a la calidad y/o a la cantidad de sueño en las madres de nivel socioeconómico alto. La baja efectividad de la intervención demuestra que a pesar de los pesares, los recientes padres seguirán sufriendo de falta de sueño. Dado que los elementos de la intervención son bastante lógicos y ya forman parte de la rutina de muchos padres de nivel socioeconómico alto, la comparación con el grupo control no arroja diferencias relevantes. En el caso de las madres jóvenes y con baja formación, la introducción de estas medidas sí mejora sus condiciones, de tal modo que podríamos considerar que los padres de estratos educativos (socioeconómicos) altos, han alcanzado el máximo de sueño que pueden permitirse en esta época.

Los autores del estudio comentan que el ruido blanco fue la parte de la intervención que menos padres toleraban, lo que resulta más que comprensible (si tenéis dudas os recomiendo ir alguna de esas playlist que abundan en Internet con ruido blanco para bebés). Habiendo utilizado las otras dos sugerencias de higiene del sueño puedo decir que la falta de sueño sigue presente, aunque bueno parece que ¡incluso pudiera ser peor!

Y es que ya se sabe: mal de muchos…