
Hay una cosa que no puedo soportar…bueno, hay varias, pero una de ellas son los estafadores. Ya hablé hace tiempo de los métodos poco legales y veraces que algunas empresas utilizan para vender sus productos, especialmente entre un sector de población más que susceptible a picar el anzuelo: los ancianos. Una pregunta que me he hecho más de una vez es ¿por qué siempre pica? Mi abuela en este caso.
Y no debo de ser la única que se hizo esta pregunta porque antes de terminar el año en psypost.org apareció un comentario a un trabajo que tenía como objetivo responderla. La científica-profesora de psicología a cargo del estudio, la profesora Taylor, y sus colegas de la universidad de Los Angeles encontraron que la razón por la que nuestros abuelos (e incluso nuestros padres) son susceptibles a estos timos, es porque no son tan capaces de diferenciar entre alguien de confianza y Rodrigo Rato, por poner un ejemplo que todos comprendamos; y estos investigadores suponen, en base a los resultados obtenidos con resonancia magnética funcional (IRMf), que se debe a una menor activación de una región cerebral llamada ínsula anterior, que es importante porque suele reaccionar frente a cosas que nos dan asco, como un banquero corrupto.
Lo primero fue comparar la opinión/valoración sobre el grado de confianza que les inspiraban una serie de retratos (neutrales por un lado, rollo Mahatma Gandhi por otro y por un tercero una serie tipo Urdangarín o Matas) a dos grupos de personas, que se diferenciaban fundamentalmente por su edad media: el primer grupo que llamaríamos de adultos “viejos” entre los 55 y los 84 (lo siento, papá) y el otro de adultos “jóvenes” en torno a los 23 años.
Al analizar las respuestas de ambos grupos, no hubo diferencias en cómo mayores y jóvenes reaccionaban frente a las caras neutrales o de confianza (Madre Teresa) pero sí hubo discrepancias en cuanto a los Matas o Urdangarines del lote. A los mayores les costó más ver que esos NO eran de confianza. Y ahora me salta la duda sobre la edad de los componentes del jurado del juicio a Camps…pero eso es otro tema, perdón.

A continuación, los investigadores se fueron a mirar adentro del cerebro, a ver si ahí también encontraban diferencias entre los dos grupos de edad y repetieron el mismo test al tiempo que tomaban imágenes del cerebro mientras decidía lo que pensaba sobre dichas fotografías. Ahora recordad que la IRMf es una técnica que sirve como indicador de actividad cerebral en base a cambios en la oxigenación de la sangre que riega el cerebro (porque para funcionar las células necesitan oxígeno) y que cuando realizamos una tarea, la que sea, no se nos apaga todo el cerebro salvo la manchita que se ve en las imágenes típicas de los periódicos, en realidad esa manchita es el lugar donde los investigadores buscaron (basándose en alguna hipótesis a priori) y encontraron diferencias significativas de actividad entre grupos. Terminado este paréntesis, os confirmo lo que ya os introduje al principio del artículo: la ínsula anterior de los mayores se activa menos durante el proceso de decisión sobre si alguien es de confianza.
Uno de los autores del estudio explica que dado que la ínsula actúa como una estación de contacto entre las sensaciones físicas/emocionales y el cerebro, el que haya una menor activación en adultos “viejos” hace que no tengan esa sensación en las tripas, que les previene contra alguien con posibles malas intenciones.
Como a Mafalda, no me acaba de gustar la realidad que discute este trabajo, pero al menos ya sabemos algo más sobre el porqué…ahora toca ¿intentar cambiarlo?No se a vosotros, pero a mi, aunque me haya servido entender parte del porqué ocurre lo que ocurre, aún me quedo con mal cuerpo, porque todos vamos a llegar a esa edad y si nada lo remedia seguiremos siendo víctimas, igual que nuestros abuelos antes que nosotros, de gente como todos los anteriormente nombrados. Eso si, por si acaso yo voy a mantener los ojos abiertos por si alguien piensa en algún método para mantener esta capacidad “joven” por más tiempo, porque eso, y no las cremas antiarrugas, es lo que deberíamos demandar para una vejez sana.
jajaja solo había algo que podría mejorar tus posts… y es esa deliciosa ironía y desparpajo que veo en este jajaja Esas menciones a tu padre y Camps (personas de universos paralelos, sin duda) me han encantado.
Un artículo sensacional… para no variar.
Un abrazo
Gracias 😀
Me alegra que te haya gustado el puntito irónico. Es una de las cosas que más me gusta, la ironía y los dobles sentidos, pero lo ejercito poco desde que estoy en este país. Los alemanes no están hechos pa esto, aunque como sigamos emigrando tantos pa acá, van a tener que empezar a aprenderlo 😉
Un salu2
¿Podría deberse este hecho, quizá, a la información que manejan unos y otros? Es decir, ¿tiene el joven mayor acceso a la corrupción a través de ciertos canales de información -digamos- no oficiales, en comparación a los clásicos, y que los mayores sí ven? ¿Interviene el entorno, en forma de “acceso a otros contenidos”, en la activación de esa parte del cerebro que se estudia en ambos?
Hola Jose! Que los jóvenes hoy en día tienen (tenemos) más acceso a la información es un hecho indiscutible. Sin embargo, no creo que en este caso ésa sea la razón que justifique una mayor actividad en esa región cerebral al observar esas fotografías, porque las personas reflejadas en las fotos no eran conocidas para ninguno de ellos, fueran jóvenes o viejos. Digamos que lo que parece fallar es esa percepción de rasgos o modos de actuar que hacen saltar las alarmas en esta área cerebral. Como si bajase el umbral de respuesta frente a los símbolos de “mala persona”…no se si me explico. Aunque creo que si se reforzara en las personas mayores una racionalización de la opinión sobre la confianza que merecen ciertas personas quizá se pudiera compensar este efecto de mala evaluación “a primera vista”. Es una idea…
¡Hola, gracias por contestar!
No sabía que desconocían la identidad de los sujetos en las fotos. Solo he leído el post, no así los links. Pero, tal y como dices con lo de “una racionalización de la opinión sobre la confianza que merecen ciertas personas”, ¿cabe la posibilidad de que los viejos, al venir de una época distinta en lo que a “malas personas” y con un nivel más bajo de “información/infoxicación” se refiere, en comparación con la que se vive hoy en día y en la que abundan los Urdangarines y en la que hay información ‘paburrir’, tengan menos desarrollada esa zona del cerebro -y por tanto la utilicen menos- que los actuales jóvenes con un entorno -quizá- más hostil y -sin ninguna duda- con mayor cantidad de información además de mayor acceso a la misma? Es decir, ¿influye el entorno, en esta ocasión no como “información al respecto” -pues desconocidos son los sujetos que se les muestran a ambos grupos- sino con una mayor hostilidad, en la respuesta que se ven en los dos grupos?
Y, ¿no cabría la posibilidad de que esa zona del cerebro fuese per sé significativamente diferente -ya sin meternos en la causa de ello- entre los dos grupos?
Gracias, de nuevo, por prestarte a contestar estas pequeñas dudas.
Hola, a ver cómo te respondo, y que conste que es más mi opinión que otra cosa. Yo no creo que sea el hecho de que ahora tengamos acceso a más información sobre gente “mala” que antes lo que nos haga ponernos a la defensiva, en los tiempos de nuesrtos abuelos también había gente mala, saliera o no por la tele o supiérmaos de ello por internet. De hecho los sistemas cerebrales de detección y determinación de friend/foe (amigo/enemigo) son ya antiguos evolutivamente, porque de ellos dependía la supervivencia de nuestros ancestros tanto como la nuestra (o la de nuestra economía) ahora. Lo que falla con los abuelos no es el entrenamiento de esta capacidad, que hasta cierto punto (y olo hasta cierto punto)es innata, sino que quizá a causa del envejecimiento el funcionamiento de este área cambia.
En caunto a tu segunda pregunta, si y no. Si funcionan diferente es porque posiblemente sean diferentes. Ahora bien, lo que no sabemos es si es consecuencia de cambios con el envejecimiento, de cambios en la conectividad neural que acompanian el propio proceso de envejecimiento, o de pérdida de masa neuronal o de neurotransmisores, pero en todo caso parece que estas diferencias o cambios en la estructura cerebral, que acompaniarian los cambios funcionales no son intrínsecos, sino producto del envejecimiento.
Espero haberte ayudado con mis respuestas. El problema es que en mis respuestas como en todo lo que tiene que ver con la neurociencia a día de hoy hay mucha hipótesis y poca teoría, lo siento.
Y, perdona que vuelva a preguntarte, -si soy ‘pesao’ en exceso me lo dices, ya que suelo comportarme como el típico gafotas que levanta siempre la mano en clase y lo pregunta todo-, ¿qué te hace decantarte más por el deterioro que produciría el envejecimiento en detrimento del entorno? Dices que en la época de nuestros abuelos también había gente mala, lo cual es cierto, pero no tenían internet, además de que los hubo que no tuvieron tele hasta hace relativamente poco.
Pero, insisto, más que discutir entre nosotros sobre la hostilidad/entrenamiento a la que estuvieron expuestos nuestros yayos, ¿por qué es más probable el deterioro cognitivo? ¿Acaso hay suficientes estudios, ‘anatómicos’ más que ‘funcionales’, además del que citas, con los que determinar que esa zona del cerebro en los viejos es significativamente distinta a la de los jóvenes como para ‘despreciar’ la influencia de un (discutido) entorno menos hostil?
thx again
Tranquilo, yo también era de esas 😛
A ver, independientemente de la fuente de información, los rasgos en que nos basamos para identificar a alguien con “posibles” malas intenciones son los mismos: cubrirse la boca al hablar, no mirar a los ojos, una postura “cerrada”…(http://timothyarends.articlealley.com/reading-body-language-signs-of-suspicion-or-doubt-1736349.html) y eso no ha cambiado con la época de la “información”
Aquí te traigo la referencia a otro estudio que hicieron con viejos y tragaperras donde observaron diferencias funcionales en más de una región, aunque ya hablan de que se sabe que hay cambios en los sistemas de “control” del cerebro, esto es en la corteza frontal, también hablan de que se vio que este mismo área, la ínsula anterior respondía menos ante estímulos que indicaban pérdidas y podrían explicar por qué (aparentemente) los viejos también se enganchan más fácilmente al juego (http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0049787). Me pides datos sobre estudios anatómicos, pero tienes que mirar que al envejecer es más probable que las cosas empiecen a funcionar algo peor y se reestructuren (más a nivel funcional y microanatómico) que a que de repente encontrases un agujero en el cerebro de un abuelo, o una parte del cerebro realmente encogida, por ejemplo.
Espero haberte ayudado otro poco y si no, cuando tenga tiempo sigo respondiéndote. Ahora vuelvo a MatLab :S
Hola de nuevo.
No dudo —o al menos ahora dudo menos— de esa diferencia que parece haber entre mayores y jóvenes y que apoyas con el estudio que analiza la asociación entre la edad y el juego tragaperras, y en el que se establece que los mayores usan para la tarea del juego más unas zonas que otras —supongo que una de estas últimas será a la que nos venimos refiriendo ya que solo he leído el abstract— en comparación con los más jóvenes.
Sin embargo, dices que los rasgos que utilizamos “para identificar al malo” son los mismos que antaño; véase cubrirse la boca, no mirar a los ojos o una “postura cerrada”, lo cual no discuto, pero lo que sí señalo es la cantidad de malos que tiene ahora la sociedad y el conocimiento que se tiene hoy en día de los mismos, en comparación con los que hubo, y que se tuvo constancia de ellos, seguramente en número inferior, en la sociedad de nuestros abuelos.
Para no repetirme en exceso, lo señalaré de otro modo.
Si sometemos a dos grupos de personas, o a dos grupos de ratas, a diferentes entornos, véase un grupo con un nivel de hostilidad standard y que reflejaría la sociedad de los viejos y otro con un entorno en el que hay mayor hostilidad y donde sus componentes tienen constancia o referencias a esa hostilidad en mayor medida que en el otro grupo, ¿no sería lógico pensar que desarrollarán más esa área del cerebro los del segundo grupo?
Vuelvo a ofrecer la posibilidad de no discutir sobre las diferentes sociedades, que percibimos tú y yo, y centrarnos en el impacto del entorno.
Perdona, pensé que había escrito mi respuesta la semana pasada ya, pero parece que no se cargó a la página. LO que voy a proponerte es la única manera en que podría comprobarse si es uno u otro factor el que tiene más peso en este hallazgo, y es repetir el mismo experimento con el mismo grupo de “jóvenes” cuando éstos sean mayores. Así, si en 30 o 40 anios resulta que estas mismas personas se vuelven más confiadas, podremos asegurar con certeza que se debe a un proceso degenerativo que tiene que ver con al vejez y no con la exposición a un determinado ambiente social, porque ellos ya estuvieron expuestos a nuestra sociedad “hostil”. Si por el contrario resulta que sus respuestas no varían con la edad, entonces podremos decir que era el entorno el responsable de las diferencias observadas en el primer estudio.
El único problema es que hacer un experimento de este tipo, un experimento longitudinal se llama, no es fácil, porque mantenerse en contacto con las mismas personas durante media vida no es fácil (aunque ahora con FB…) y menos aún conseguir que vuelvan a participar en un experimento.
Tu pregunta de si dos entornos diferentes producen un desarrollo de capacidades diferentes es acertada, pero como te digo es difícil de determinar que partes de la experiencia afectarían a una mayor/mejor funcionalidad de este área, porque su función no es única y desentraniar las influencias sobre su función tampoco.
Sí, parece razonable lo de realizar el estudio en unos ‘jóvenes’ y posteriormente repetirlo cuando sean ‘mayores’ además de señalar las distintas funciones del área en cuestión. Gracias. 😉