¿Se puede morir de felicidad?

Cierra los ojos e imagina…el día en que por fin terminaste la carrera, el momento en que llegaste a la cima de esa montaña, 2.300 metros, casi sin respiración pero allí estás tú, te sientes como Dios y piensas: podría morirme ahora. En serio, ¿podrías?
En la cima del mundo y feliz como un enano
No voy a hablar de las estupideces que los humanos somos capaces de hacer por amor, porque para eso está la literatura, voy a hablaros de lo que ciertos animalitos han demostrado ser capaces por conseguir un poquito más de eso que nos hace experimentar un plus de felicidad.
Ya desde los años 50 se observó que ratas implantadas con electrodos en ciertas regiones del cerebro (hipotálamo entre otras) eran capaces de matarse de hambre por conseguir una descarga más (ref.1), incluso una vez familiarizadas con los efectos estimulantes de la descarga eran capaces de atravesar vallas electrificadas de mayor intensidad para conseguir una descarga que lo harían por comida. Lo mismo ocurre con monos, ambos trabajan (en presionar un botón o accionar una manivela) de manera compulsiva para conseguir un “chute” de estimulantes (heroína, por ejemplo) por vía intravenosa, de igual manera que hacían con la estimulación directa del cerebro vía electrodos aún a costa de la muerte (ref.2).
¿Porqué esta compulsividad? ¿qué tiene de especial esta descarga eléctrica en el cerebro que hace perseguirla a toda costa? Los electrodos estaban implantados en regiones del área mesolímbica (la amígdala forma parte de ésta) y del hipocampo, que están relacionadas con el sistema dopaminérgico de recompensa.  (ref.3).Al estimular directamente estas áreas se obtiene el mismo resultado que obtendríamos tras una buena cena, saciar la sed o pasar la noche con Brad Pitt (ejem), esto es, produce placer. Una de las razones porque este comportamiento resulta tan adictivo (aparte de la obvia) es que elude las barreras de las vías dirigidas por los sentidos y activa directamente los centros de recompensa-placer. Además el estímulo-recompensa no produce saciedad a menos que el electrodo esté localizado en áreas diferentes al hipocampo (no relacionadas con la recompensa) (ref.4).
¿Y qué hay de las drogas? pues ya podeis imaginar que el modo de actuación es similar, de hecho ya se sabe desde hace tiempo que una de las razones por las que las drogas causan adicción es porque descontrolan los sistemas de recompensa (quede dicho que la dopamina no es la única implicada en los circuitos de recompensa, aunque sí uno de los principales neurotransmisores implicados en este proceso). Sin embargo, ya desde los 70 se vió la influencia que el entorno tenía en la autoadministración de drogas en ratas. Cuando las ratas estaban aisladas en jaulas individuales bebían más agua con morfina que las que estaban en grupo, posiblemente porque estas últimas experimentaban menores niveles de estrés (ref.5) aunque Scicurious argumenta ciertos defectos en el diseño experimental que hacen dudar si el interés por la morfina era tanto por esta droga como por el azúcar con que estaba mezclada (el azúcar es como el maná para las ratas).
Una curiosidad respecto al tema de la adicción es que el aprendizaje del comportamiento asociado a la “droga” (entre comillas porque lo mismo puede ser el trabajo, que el juego, la comida, el alcohol…) hace mucho más difícil desengancharse. Existe un mecanismo cerebral de predicción de recompensa que “recuerda” que en aquel bar de aquella calle o con aquellos amigos te ponías ciego y te llama a repetir. Para más información sobre este tema recomiendo echarle un vistazo al capítulo de Charlie Rose Brain Series sobre adicciones.
Así que después de leer todo esto podemos concluir que lo más probable es que hoy no te mueras de felicidad (a menos que decidas saltar desde la cima de la montaña) pero lo que sí es posible es matarse por felicidad. Y si aún te quedan dudas siempre puedes consultar tu horóscopo de hoy.
Fuente: informationisbeautiful.net