Para salvar la Tierra, guarda la cartera

Para salvar la Tierra lo mejor es guardar la cartera
Credit: Guillaume Falco

Casi cada día en las noticias nos asaltan imágenes de desastres relacionados con el cambio climático: desde la muerte de arrecifes de coral en el Pacífico y tornados, tsunamis o huracanes en el Caribe o en el sudeste asiático que dejan miles de muertos y el caos absoluto a su paso a, ya más cerquita de nosotros, lluvias torrenciales, desbordamientos de ríos o, en la otra cara de la moneda, sequías extremas que hacen peligrar la vida como la conocemos.

También, casi cada día nos bombardean con miles de formas posibles para colaborar en, cuando menos, retrasar el colapso de nuestro planeta.

Para acabar con el cambio climático dejemos de usar pajitas de plástico, menos champú líquido y más en barra, adiós a los pesticidas y a las vacaciones en avión al otro lado del mundo, aparca el coche y empieza a usar la bicicleta, separa, recicla, olvídate del café en vaso de papel de camino al trabajo y apaga el aire acondicionado. Y así una lista interminable de sugerencias…y de posibilidades de negocio.

Si eres una persona con algo de conciencia medioambiental seguramente tanto Google como Facebook te ofrecerán también una lista de productos y servicios alineados con tus ideales: desde cepillos de dientes de bambú, a bragas absorbe-regla, jabones sólidos, fundas para móvil de materiales naturales, papel de cera de abejas para envolver los alimentos y evitar el papel de aluminio, etcétera, etcétera, etcétera.

No es que la idea en sí esté mal. Desde luego que evitar el plástico es un necesario paso adelante para evitar seguir llenando nuestros océanos de basura y de envenenar tanto a sus habitantes como a nosotros mismos, en último término, el problema es que la razón de que nuestros océanos estén llenos de plástico no es necesariamente un problema de forma, de plástico, sino de fondo. Nuestra manera de vivir y de pensar. Hace falta volver a usar la cabeza en vez de la tarjeta de crédito para todo. Para salvar la Tierra, lo mejor que puedes hacer es guardar la cartera.

Desde hace años nuestra sociedad es una sociedad de consumo. El mundo capitalista se mueve por la capacidad de consumir. Cuanto más, cuanto mejor. Y así nos estamos cargando el planeta. El problema no es que tengamos un cepillo de dientes de plástico o nuestros hijos un cubito de plástico para ir a la playa. No. El problema es que en la vida de cada uno de nosotros usaremos miles de cepillos de dientes y cientos de cubitos, y aunque en el caso de los cepillos muchos serán necesarios, la mayoría de los cubitos no lo son tanto. Este es un pequeño ejemplo, pero hay miles. 

Cuanta gente cambia de móvil cada año, simplemente porque se aburren o porque sale un modelo nuevo, más de moda. Cuantas camisetas y cuantos zapatos tenemos cada temporada en nuestros armarios. Ahora que se acerca la Navidad, cuantos regalos decoran los pies del árbol cada año, y cuanto papel de regalo, que por cierto no se recicla y tarda años en degradarse, empleamos en envolver todos y cada uno de ellos.

Si nos tomásemos el tiempo en responder estas preguntas quizá nos daríamos cuenta de que lo mejor que podemos hacer por el medio ambiente, por la Tierra, y por nosotros mismos en definitiva, es reordenar nuestras prioridades. 

Dejar de lado el consumismo fanático que nos ha llevado a este punto y retomar los valores importantes de verdad: el tiempo, la naturaleza, la familia… Descubrir que no sólo se puede vivir sin cambiar de ordenador, de Tablet o de teléfono, y que no necesitamos cuatro tipos de champú, ni siete pares de zapatos por temporada, o que cuando las cosas se rompen vale la pena arreglarlas. 

Para salvar la Tierra, lo mejor: guardar la cartera

En suma, acabemos con la cultura del usar y tirar. La Tierra y nuestros hijos nos lo agradecerán. Es el mejor ejemplo que podemos darles, y la base del cambio a largo plazo que nuestro planeta necesita.  


Por cierto, ya se que el tema del post no tiene mucho que ver con las cosas de las que normalmente escribo. No se me ha ido la olla, ni este blog se va a convertir en un blog anti cambio climático. Este texto lo mandé a un concurso de una revista medioambiental. Aunque no me dieron ni las gracias, igualmente creo que merece que vea la luz del día.