Falta educación científica

Esta semana tuve la oportunidad de participar en una discusión sobre cómo se ve en la sociedad el uso de la edición genética. Y por desgracia descubrí cuánta educación científica falta en la sociedad.

Credit: J Levin W. Wikimedia Commons

Esta semana tuve la oportunidad de participar en una discusión sobre cómo se ve en la sociedad el uso de la edición genética. Más concretamente de herramientas como CRISPR/Cas9, que permiten modificar de manera directa y mucho más específica que hasta ahora el ADN de plantas, animales e incluso potencialmente humanos.

Como científica fue interesante comprobar que en líneas generales los jóvenes y las personas más formadas tienen una mentalidad más abierta y más propensa a aceptar las nuevas tecnologías y avances científicos mientras que por el contrario las personas de avanzada edad y limitada formación se mantienen más reacias y son el epítome del conservacionismo.

Lo más llamativo en cualquier caso es cómo la falta de información y de capacidad de comprensión de los temas científicos y tecnológicos lleva a un rechazo emocional, fundamentado en nada más que el miedo de todo lo que huela a nuevo. Curiosamente un comentario fue que la cría de animales y los cruces dirigidos para mejorar las razas son algo conceptualmente diferente a la modificación genética. Siempre con ese argumento del natural frente al artificial/humano. También porque la mayoría ignora que no existe una sola especie -animal o vegetal- de la que los humanos nos aprovechemos, que nosotros no hayamos generado artificialmente a lo largo de la historia de la humanidad. Que ahora lo hagamos en una probeta en el laboratorio y antes lo hiciéramos en el campo o cruzando la vaca X con el toro Y, no cambia el hecho de que hemos estado haciendo modificaciones genéticas, ejerciendo presión selectiva y, como dicen los detractores de CRISPR y cia., jugando a ser dioses, sin evaluar las consecuencias desde que pusimos un pie sobre la faz de la tierra. Ahora, para poder aceptar esta realidad es necesario primero información, segundo comprensión y tercero aceptación. Siendo este último paso el más difícil.

Me encantaría pensar que en 5 o 10 años, si se realizara otra mesa redonda como la de esta semana no serán aproximadamente la mitad de los componentes los que rechacen la edición genética sino sólo un pequeño porcentaje de ellos, pero para ello lo primero que tenemos que hacer científicos, divulgadores, educadores y demás es ponernos las pilas y hacer un ejercicio de comunicación efectiva para que la gente pueda estar en situación de tener una opinión informada y no seguir a su cerebro de reptil, que precisamente por serlo no es de confianza.

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