Como la peste

¡Por Dios, que no vuelvan!
Hay muchos tipos de modas, y cada temporada es casi de temer que nuevas tendencias los gurús de la moda pretendan imponer (yo sigo “bendiciendo” el hecho de que con esto del revival aún no les haya dado por resucitar el corsé…) pero hay otro tipo de modas, tendencias o patrones que parecen expandirse por la sociedad a modo de epidemia y que reflejan patrones de comportamiento hasta cierto punto inconscientes.
Por ejemplo, ¿no es curioso que en ciertos grupos de amig@s los embarazos se extienden como una onda expansiva? aunque aún no se ha investigado este fenómeno (al menos que yo sepa) lo que si se ha publicado y hace años ya, es un estudio donde reconstruyendo la red social de personas con problemas cardiovasculares en un pueblo (como el Facebook de personas con problemas de salud que pueden vincularse al sobrepeso de Framingham) pudieron ver cómo la probabilidad de que una persona desarrollara obesidad incrementaba entre un 30% y hasta casi un 60% dependiendo del grado de familiaridad con la persona inicialmente obesa (digamos que si se tratara de una epidemia vírica, esta persona sería “la fuente”) aunque curiosamente eran los amigos los que parecían ejercer la mayor influencia negativa, por encima de herman@s y/o parejas.
No se a vosotros pero cuando leí esto se me puso la carne de gallina, es cierto que las personas de nuestro entorno influencian nuestros hábitos y todos hemos oido, especialmente en nuestra adolescencia, aquello de que hay que mirar con quien andas porque las malas compañias te acaban llevando por el mal camino. Entonces, ¿donde queda el “libre albedrío (sobre su existencia o no, o la definición que de ello puede darse hablamos otro día)?, ¿no es parte de nuestra humanidad ser capaces de tomar decisiones racionales (hasta cierto punto) independientemente de lo que hagan los demás? Pues parece que no, según presentan en un artículo investigadores de una universidad de Colorado y además nos autoengañamos, asegurando a priori que nuestras decisiones no se verán influenciadas por otros y sin embargo esto fue lo que encontraron: al plantear el caso hipotético de que los participantes en el estudio recibieran fotos de las vacaciones de una amiga con (mucho) sobrepeso y después alguien les ofreciera galletas ¿cambiaría este hecho el número de galletas que se comerían? Ante el caso hipotético la mayoría aseguró que comerían menos galletas y un 31% que no comería ni una….¿la realidad? en distintas pruebas donde a los participantes se les mostraba un modelo “a evitar”, una imagen control (como una lámpara) o una persona de peso normal, en aquellos casos donde se les expuso al modelo con sobrepeso los participantes solían coger 2 veces más galletas que los que vieron una imagen control. Según concluyen los autores del estudio: “Cuando nos vemos expuestos a un estereotipo negativo es más fácil que recurramos a un comportamiento esterotipado en la misma dirección”; en este caso el hábito haría al monje y por ende toda la congregación.
Si no puedes con el enemigo, ¡únete! Aprovechemos la influencia del estereotipo a nuestro favor.
Sin embargo yo diría que hay esperanza, porque si es cierto que podemos adquirir un comportamiento estereotipado de nuestro entorno social, este no tiene por que ser necesariamente negativo. Una persona obesa que decida empezar a comer de una manera más sana puede presentar un nuevo estereotipo a imitar (inconscientemente) es más si nos basamos en un estudio del 2000 donde un grupo de psicólogos de la universidad de Northwestern demostró que la gente definía sus porciones (el tamaño del bocadillo, o el número de bombones..) respecto a las de los de alrededor. Así para empezar un cambio de comportamiento en la sociedad basta con sembrar las semillas adecuadas, aunque me pregunto si como en tantas cosas no existirá un umbral a partir del cual el efecto del estereotipo será apreciable a nivel poblacional, es decir, si en una red social de 15 personas, hay 7 con sobrepeso ¿cuál es el mínimo número de personas que deben cambiar de actitud para generar el cambio en el grupo?
Lo leí en The Frontal Cortex y lo adapté a mi punto de vista.

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