Condenados al exilio

Casi todos los que nos marchamos lo hacemos con la idea de volver. Aunque las razones por las que nos hayamos ido varíen, aunque el tiempo que llevemos fuera vaya desde meses hasta (muchos) años, cualquier emigrante suele tener en la cabeza la idea de volver a casa.

La semana pasada encontré una oferta de trabajo en Internet que podía significar una oportunidad para volver para una buena amiga, también emigrante por la ciencia. Pero como ya dejo entrever en el título del post de hoy, la realidad es que la vuelta no parece estar cerca, al menos si lo que ofrece el panorama son puestos/ofertas como esta.

Empecemos por el principio. La primera oferta de posición postdoctoral en la especialidad de oftalmología aparece en la web del FYCIT, el organismo dedicado a la promoción de I+D en Asturias, que es de donde ambas venimos y siendo como es Asturias un erial en cuanto a puestos de trabajo (especialmente en áreas científicas) se refiere, parecía una promesa interesante y aún más, ¿podía leerse ahí un viento de cambio? ¿Iban a re-comenzar las contrataciones?

Sin embargo, ya hay algo que escama y es que igual que con los tratamientos milagrosos que prometen y prometen pero no acaban por decirte cuánto van a dolerle a tu bolsillo, en esta oferta no hay un sólo detalle respecto a lo que el futuro empleado se lleva. Sólo exigencias y demandas. ¡Ah! y un email de contacto para más información.

Mi amiga les escribió un email para informarse, porque una posibilidad de volver a casa, por remota que sea, es casi como un clavo ardiendo, al que siempre se está dispuesto a agarrarse. Nuestras manos ya están llenas de callos, al fin y al cabo.

En el email que recibió como contestación se incluían algunos de los requerimientos que aparecen detallados en la oferta de trabajo publicada en la web del Instituto de Investigación Vall De Hebrón (Barcelona), porque por alguna razón que no acabamos de entender aún la oferta no se refería a un laboratorio asturiano sino a uno catalán. En cualquier caso, Barcelona está más cerca que Alemania, así que siguió leyendo: además de ser doctor en ciencias de la salud, se le especifica que se requiere de una experiencia entre cuatro y ocho años, conocimiento de técnicas de biología molecular, trabajo con animales (ratones) y alto conocimiento de inglés (supongo que al estilo español) y se espera de el candidato que supervise doctorandos, busque financiación, colabore en proyectos y en la organización del laboratorio. Esclavo a jornada completa, por supuesto. Ahí es nada.

Y como en El Precio Justo, ¿adivinan por cuánto?

Pues por el alucinante sueldo EN BRUTO de 1600 euros al mes, pero además no se lleven las manos a la cabeza todavía, el futuro (des)graciado ¡¡¡habrá de darse de alta como autónomo en la seguridad social!!!

Me reiría a carcajadas si no me dieran ganas de llorar. Porque es una vergüenza que existan ofertas así. Porque tristemente habrá quien no tenga otra opción que aceptar una situación como ésta. Porque parece que ser científico e idiota-mal pagado-que-vive-del-aire es una asociación inmediata a la que nadie tiene intención de poner freno.

Aquí en Alemania como estudiante de doctorado cobro en limpio más de lo que ofrece en bruto este contrato, tengo seguridad social y derecho a paro y jubilación (soy una privilegiada porque hay otros que no tienen unas condiciones tan buenas incluso en este país, pero en mi caso así es), e incluso en España, trabajando como técnico de laboratorio he llegado a cobrar más que esta oferta ofrece. Fue antes de la crisis, sí. Pero ésta situación no es nueva. Siempre se ha maltratado al personal investigador. A cualquier nivel. Y así no volveremos a casa. Porque estaremos lejos, pero no estamos mal. Aquí se nos respeta porque se nos paga de acuerdo a nuestro currículo, porque un científico es un personaje que se valora socialmente y porque aunque se eche de menos el sol y la buena comida, no se puede vivir del aire ni en el mejor de los paraísos.

Me temo que con ofertas como ésta, en España la fuga de cerebros que empezó ya mucho antes de esta crisis va a camino de transformarse en un exilio forzoso, esta vez, sin retorno.