Vamos a la cama, que hay que procrear…

Tictac, Tictac, Tictac. No es el sonido de una bomba de relojería sino el sonido de tu reloj biológico y en este caso no vamos a hablar de la eterna cuestión de si se te va a pasar o no el arroz, aunque sí vamos a hablar de fertilidad y ritmos biológicos.

Por si alguno no lo sabía aún, en nuestro cerebro, en el núcleo supraquiasmático, (y en otros órganos, aunque de menor importancia) existe un señor del tiempo, un marcapasos temporal que regula el funcionamiento de muchos de los procesos biológicos que tienen lugar cada día y cada noche en nosotros, como por ejemplo la digestión, la secreción de hormonas…  Incluso la eficacia de ciertos medicamentos depende del momento del día en que se administren. Tan importante es nuestro reloj. Como ya os conté hace unas semanas, alterar nuestro reloj ya sea modificando los ritmos de sueño -esta vida social- o por viajar entre husos horarios, o por trabajar en turno de noche tiene efectos sistémicos importantes: se correlaciona con un aumento de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, de obesidad, depresión…

Pero como de esas cosas ya hemos hablado con anterioridad, hoy vamos a hablar del efecto que jugar con el tiempo tiene sobre la fertilidad. Al menos sobre la femenina, en este caso. Y en ratones.

Ya con anterioridad, y como nos cuentan en SciAm, había estudios en que se relacionaban trastornos de los ciclos mesntruales, dificultades para quedar embarazada y una mayor probabilidad de aborto en mujeres que trabajaban en el turno de noche. Sin embargo, hasta ahora no había ningún estudio donde se pusieran a prueba de una forma directa los efectos que sobre la fertilidad puede acarrear modificaciones en los ciclos de luz/oscuridad o día/noche.

Para ello, los investigadores que firman el artículo publicado en PLoSOne utilizaron 3 grupos de ratonas embarazadas y las dispusieron de forma que aunque todos los grupos tenía 12 horas de luz y 12 de oscuridad, el primer grupo empezaba su día a las 6 de la mañana y su noche a las 6 de la tarde y nunca cambiaba. El segundo grupo, por contra, sufría al cabo de 5 días, un retraso de 6 horas en el inicio del día que ahora empezaba a mediodía y duraba hasta medianoche mientras el tercer grupo sufría lo contrario: su día se adelantaba y comenzaba a las 12 de la noche y duraba hasta las 12 de la mañana. Eso porque cada día una hora se adelantaba o se retrasaba su reloj -como cuando cambiamos el horario de verano/invierno. Y así durante 25 días.

Al final del experimento casi todas las hembras del primer grupo tuvieron embarazos que llegaron a término, las que lo consiguieron en el segundo grupo no fueron más de la mitad y ya en el tercer grupo ni un 25% consiguió tener sus babies.

Un trabajo muy similar en ratas del año pasado no encontró los mismos efectos pero similar no significa idéntico y la diferencia mínima pero básica parece residir, de acuerdo a los autores de ambos estudios, en que en el estudio con ratas empezaron una vez las hembras se confirmaron preñadas y en el segundo fue justo después de la inseminación, lo que parece apuntar a que lo que impide las alteraciones del ritmo circadiano es la implantación del embrión en el útero y no el desarrollo embronario.

¿Qué podemos extraer de conclusión de estos trabajos, en definitiva?  Pues bien, aunque tampoco tiene sentido disparar la alarma e ir demasiado rápido de A a B, o lo que es lo mismo de ratón a humano, si es cierto que cada vez comprendemos mejor la importancia del ritmo circadiano para la biología humana y si una mujer que trabaja en el turno de noche está pensando en quedarse embarazada quizá fuera mejor intentar revisar su horario de trabajo no tanto quizá por las implicaciones directas a nivel reproductivo sino por los efectos sobre el estrés, el sueño, los hábitos alimenticios y sociales y ese largo etcétera. Porque hay relojes de los que no podemos deshacernos.

3 thoughts on “Vamos a la cama, que hay que procrear…

  1. Muy interesante (para no variar) tu artículo. En este mundo nuestro, los astros dejan huella en nuestro organismo y los ciclos vitales se resienten ante los hábitos desarrollados durante milenios de evolución. Yo tuve una compañera que había tenido varios abortos, por trabajar en un ambiente de estrés, y un cambio de trabajo, a un puesto más tranquilo, permitió que llegaran sus dos niños.
    Debemos cuidarnos en el día a día, saber hacer esas pausas que este mundo pretende arrebatarnos, y si queremos participar en el proceso más bonito de la vida, debemos asegurarnos de crear un ambiente adecuado y un nido para ello.
    Como siempre, un lujazo leerte
    Un abrazo

  2. Sinceramente, un poco de mal rollo porque todos los de mi oficina trabajamos en turnos, vamos, que una semana de mañana, una de descanso, una de tarde, una de descanso y una de noche. Podría ser peor, pero ya veo que a nivel de embarazo es algo catastrófico.
    Mi palabra de esta semana va a ser el núcleo supraquiasmático para vacilar a los amigos jua jua jua!! (risa maligna) La de la semana pasada fue chimichurri y la de la anterior ojete, creo que esta es bastante mejor que las anteriores jejeje
    Saluditos y buen artículo!!

    1. Así que te gustan los palabros eh? pues no te preocupes que de esos te puedo dar en abundancia, aunque siempre queda el supercalifragilisticoespialidoso para los casos de última necesidad 😛
      salu2

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