Algo huele a podrido

Este sistema está podrido. No me refiero al sistema económico que nos gobierna, aunque también, sino al científico. Probablemente porque ambos tienen más en común de lo que pudiera parecer a primera vista. Y no soy yo la única que lo piensa.

Manzanas podridas en este sistema…aunque algunas se salvan, no suelen ser las que llegan más alto

Hace unas semanas circuló por Internet una carta firmada por un -hasta la fecha- estudiante de doctorado de una de las mejores universidades de Europa, la Universidad Politécnica de Lausanne (Suiza). En esa carta ese estudiante hacía un compendio de las que a su entender -y al mío- son las mayores lacras del sistema científico en que estamos inmersos.

En los siguientes párrafos voy a hacer un resumen de sus ideas, que son las de muchos otros, y que creo son exportables a todo el mundo aunque quizá a unos les resulten más familiares que a otros dependiendo de la realidad de su entorno -científico-

Punto por punto, como hace él, lo primero es que la Ciencia no es sino un Negocio. Aunque lo que se nos vende a los pobres ilusos e inocentes estudiantes es la búsqueda del conocimiento, que por supuesto dado que ésa es una Verdad, ha de ser honesta. La realidad es, que salvo honrosas excepciones, todos nos hemos encontrado con más de un caso en los que precisamente la honestidad es lo último que cuenta; que como negocio que es, para triunfar has de hacerte un nombre y para ello has de hacer contactos -aunque te quede la lengua negra de lamerle el culo a los jefes- y por supuesto saber “vender” tu trabajo, aunque aún estés a años luz de encontrar una respuesta, aunque tus resultados sean dudosos…eso da igual. Lo importante es colocarse.

La Academia como fábrica de esclavos. En este párrafo habla de cómo el grueso del trabajo de investigación lo llevamos a cabo fundamentalmentes estudiantes de doctorado y -según el laboratorio- postdoctorales, cobrando salarios misérrimos, trabajando horas extenuantes y sin apenas supervisión para que al final el laureado sea ese señor que se pasa el día sentado en una oficina firmando contratos o dando la mano a personajes importantes. Por supuesto, como todo el mundo aspira a ser ese señor -el número de mujeres jefas de grupo aún es notoriamente ridículo- en cuanto a alguno se le da un poco más de responsabilidad en seguida agarra el látigo, porque la pirámide tiene la base muy ancha pero en la cúspide entran pocos, muy pocos.

El Problema de la Falta de Originalidad. Muchos nos hemos encontrado haciendo proyectos de investigación con un interés marginal, de esos que definitivamente no harán sino aportar un granitito de arena al conocimiento de un problema en particular, y muchos nos preguntamos si nuestro tiempo y el dinero público no estarían mejor invertidos en proyectos más arriesgados pero realmente rompedores. Es cierto que no toda la ciencia puede ser explosiva, pero la política del publica o muere (“publish or perish”) está consiguiendo matar la innovación y la curiosidad científica y mientras ahora se publican más artículos al año que nunca en la historia, la relevancia de éstos es mucho menor que antes. En resumen, se publica más pero peor. Algo para tener en cuenta…

Una cita para tí, una cita para mí. El método de valorar el currículum de un científico consiste entre otras en contar el número de veces que su trabajo, en forma de artículos, ha sido citado en el trabajo de otros, porque se supone que esta es una medida de su impacto. Por supuesto, donde está la ley se hizo la trampa y es que en cualquier campo existen grupos “colegas” y grupos “enemigos” y dependiendo de cuántos de cada tipo tengas y cuán alto estés en la jerarquía más citaciones y mejores artículos conseguirás publicar en las mejores revistas (el círculo de amigos también puede ejercer de revisor de tus artículos y además los jefazos suelen tener algún que otro amigo editor para hacer que la cosa vaya como la seda). Dejamos hoy de lado el tema del factor de impacto, del que ya hablamos en otro momento, pero es otra de esas absurdeces para no echar gota.

Hay un par de puntos más en su carta pero creo que estos son los principales, cuando la leí me dejo tan mal sabor de boca como me queda al escribir estas líneas porque después de todo, con este sistema TAN meritocrático, ¿a quién le apetece seguir?

*Disclaimer: llevo haciendo ciencia más de 8 años y desde que empecé en esto lo hice por vocación, cada nuevo proyecto lo empecé con ilusión y ganas, y la ciencia siempre será mi vicio porque la llevo en la sangre pero en cuanto termine el doctorado c’est fini.