El reloj biológico: el tic tac que marca ¿el estado de ánimo?

Hace poco tuve oportunidad de atender a una charla realmente interesante. En ella se daban cuenta de los hallazgos que en ratones relacionan desequilibrios en el balance de reciclaje de neurotransmisores en el sistema nervioso central con el abuso de tóxicos como el alcohol o la cocaína.

Esto no es nuevo, podrán decirme, también se sabe desde hace tiempo que desórdenes psiquiátricos como la esquizofrenia están relacionados con problemas de transmisión sináptica. O es que ¿van a volver a descubrir la rueda? pues no, lo que parece realmente novedoso es que los problemas de recaptación de neurotransmisores asociados a estos comportamientos, en ciertos casos, están relacionados con elementos del reloj interno que marca los ritmos circadianos.En experimentos con ratones mutantes para un gen conocido por su papel regulador de estos ritmos (Period2) se observó que la distribución de transportadores de glutamato (neurotransmisor de tipo excitatorio) en la membrana de los astrocitos (células gliales encargadas, entre otras funciones, de la retirada del neurotransmisor de la hendidura sináptica y su reciclado una vez el impulso nervioso ha finalizado) estaba disminuida y con ello una mayor permanencia del neurotransmisor en la sinapsis y un estímulo más prolongado. Además, otra de las características de estos ratones Per2-/- es que presentan una tendencia a ingerir cantidades elevadas de etanol (alcohol) que remite cuando se suministra a los ratones un antagonista de glutamato (Zghoul et al.). Curiosamente, cuando a algunas personas con problemas de alcoholismo se les administra este tratamiento también muestran una disminución en su consumo de alcohol.

Pero la relación entre el ¨reloj¨ interno y los mecanismos de la adicción parece ir un poco más allá, ya que también parece implicar los sistemas de recompensa mediados por dopamina (la cocaína actúa inhibiendo el transportador que retira la dopamina de la sinapsis manteniendo la excitación neuronal). De hecho, experimentos conductuales con mutantes para el mismo gen demuestran efectos estimulantes (antidepresores) debidos a la mayor presencia de dopamina en la sinapsis del sistema dopaminérgico mesolímbico, en este caso por un efecto inhibidor (tanto a nivel de expresión como funcional) sobre el enzima MAOA (monoaminooxidasa A) que cataliza la degradación del neurotransmisor. (Hampp et al.)

Del mismo modo cierto tipo de desórdenes del estado de ánimo que tienen dopamina como responsable directo podrían estar vinculados a ¨desvaríos¨del reloj interno. Así ocurriría con las depresiones estacionales o los efectos depresores del jet lag o el trabajo por turnos.

Lo que se desconoce es el vínculo directo entre estos dos procesos: cómo el ¨reloj¨o los cambios ambientales modifican estos sistemas. Si la expresión de enzimas o elementos sinápticos en estas áreas siguen ritmos circadianos, y se descompensan con las variaciones de éstos, cabe preguntarse dónde están los límites a esta interrelación, es decir, en que punto se independiza la transmisión sináptica mesolímbica de la influencia ambiental externa. ¿O será nuestro estado de ánimo un mero subproducto de nuestro tic tac biológico?

Nota: obviamente, las interrelaciones entre el sistema de recompensa dopaminérgico y otras áreas cerebrales así como vías mediadas por diferentes neurotransmisores se han obviado por simplificación. Nada es así de sencillo en neurobiología y no hay comportamientos unifactoriales aunque a veces resulte fácil tender al reduccionismo.