Y tú, ¿a qué te dedicas?

Esta pregunta tan común para romper el hielo entre desconocidos puede suponer un verdadero quebradero de cabeza, cuando a lo que te dedicas implica “hacer” Ciencia y más aún si lo haces con animales. Porque detrás del: ¿neurociencia? ¡qué interesante! viene la siguiente pregunta: pero ¿qué exactamente?

Voy a contaros lo que hago como intentaría contárselo a ese pobre que fingió interés por lo que hago.

Podría empezar diciendo que les miro el cerebro a ratones mientras observan, y no mentiría. Pero esa no es toda la verdad. Porque no basta con mirarles la cabecita para saber qué hacen/dicen sus neuronas, hay que acercarse más, por eso tenemos que retirar una parte del cráneo e instalar una ventanita de vidrio por la que pueda pasar la luz del láser del microscopio -los microscopios que permiten “ver” en tejidos en profundidad son los de multifotón, de doble en nuestro caso- que nos dejará ver en el cerebro del ratón células y regiones hasta unas 500-600 micras de profundidad (una micra es la millonésima parte de un metro).

Pero no es suficiente dejar pasar la luz para poder distinguir lo que hacen las neuronas, su actividad. Para ello es necesario utilizar un indicador luminoso, similar a los de las teles, que parpadean y donde el parpadeo indica actividad y la intensidad de la luz, la intensidad de la respuesta. La última tendencia es emplear indicadores, como el GCaMP3 o GCaMP5, que son expresados por las propias neuronas, tras infectarlas con un virus que lleva la información para hacer dicho indicador.

Cualquiera puede imaginar que la actividad del cerebro es tanta que para poder ver algo, incluso cuando ya podemos “físicamente” ver, hemos de aislar qué queremos ver.

En mi laboratorio nos interesamos por la visión, por eso las células que buscamos se encuentran en áreas visuales del cerebro del ratón y para verlas en acción utilizamos estímulos visuales. Estos estímulos son simples combinaciones de barras blancas y negras en diferentes orientaciones y en movimiento; y aunque para nosotros resultan muy aburridos, para las neuronas de la corteza visual del ratón son de lo más interesante.

Aquí abajo os muestro un vídeo de un plano de unas 200×200 micras a una profundidad de 170 micras donde podéis ver la actividad de las neuronas en relación a la presencia/ausencia del estímulo, que es la barra verde vertical que se ve a la derecha. En el vídeo se pueden apreciar algunos vasos sanguíneos, que se ven oscuros en la imagen (algunos por el plano parecen agujeros negros). También podéis fijaros en la forma del cuerpo de las neuronas que parecen huevos fritos, con el núcleo más oscuro. Incluso podréis ver unos “relámpagos” que corresponden a la transmisión de la señal por los axones/dendritas (cables de transmisión de señales neuronales).

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Esto es sólo el principio, sobre esta técnica se pueden hacer experimentos de aprendizaje y memoria, de plasticidad, de recuperación de lesiones (degeneración retinal…).

Y a esto, amigos, es a lo que dedico mis días, a largas horas de oscuridad. Mi ratón, mi microscopio y yo. ¡Ah! y con suerte unas neuronas parpadeantes.

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