¡Maldito antropocentrismo!

Como en piedra-papel-o-tijera en biología también hay una escala ganadora. Al menos en lo que se refiere a modelos de experimentación. Así, empezando desde el ser vivo más pequeño: procariotas o sea bacterias, siguiendo por levaduras (eucariotas unicelulares) a gusanos (C.elegans), moscas (D. melanogaster), peces (pez cebra, D. renio), ratón-rata (M. musculus, R. norvegicus), mono (Macaca sp., P. troglodytes) hasta el animal que se supone top of the top: el Homo sapiens, o sea tú y yo.

¿Qué significa esta ordenación a efectos prácticos? Pues que estudiar el mismo fenómeno en humano tiene más relevancia que estudiarlo en ratones y que si lo miramos en moscas o peces ni siquiera entramos en comparaciones. Al menos en lo que se refiere a prioridad de publicación, claro.

Si uno se fija, esta escala de valor se asemeja en cierta manera al árbol evolutivo que todos aprendimos que se supone desemboca en nosotros, el mayor logro de la evolución…desde un punto de vista antropocéntrico, por supuesto. Pero si hubiera otra catástrofe como la del Cretácico habría que ver si somos tan superiores a insectos como las cucarachas o a roedores como la ratas que inundan nuestras ciudades…

Esto que parece una disgresión, no lo es tanto si pensamos en cómo el antropocentrismo ha sido tantas veces el freno al avance del conocimiento científico como cuando hizo cuasi imposible de aceptar la revolución copernicana. Tanto que a más de uno le costó el cuello -y si no que le pregunten a Galileo– porque ¿cómo iba a ser posible que la Tierra y por ende nosotros no fuéramos el centro del Universo? Por cierto, que aunque resulte difícil de creer en el mundo todavía queda gente que duda de nuestra posición en el Universo tanto como de la Teoría de la Evolución, porque del mismo modo que somos el ombligo del mundo no vamos a descender de un simple, peludo y asqueroso mono ¿no?

Y ahora de vuelta a nuestra pirámide de valor científico. ¿Es justificable que exista esta diferencia de trato a la ciencia hecha en unos y otros organismos?

Si nos quedamos sólo con el antropocentrismo nos quedamos cortos. Es un argumento de peso seguramente, pero creo que lo es de forma inconsciente. Cualquier historia es más interesante desde el momento que podemos empatizar con ella y eso lo saben en Hollywood mejor que en las oficinas de Nature, sin duda.

Sé que da un poco de grima, pero así da una buena idea de la escala de tamaño a que me refiero. Aunque sea un mosquito, no una mosca

No. Lo que ocurre es que a medida que se sube en esta escala se asume que el grado de complejidad implicada en el trabajo a considerar es superior, lo que también se basa en argumentos evolutivos: un cerebro de ratón es más complejo que el de una mosca pero menos que el de un mono, por ejemplo. Sin embargo, una de las -muchas- preguntas que yo me hago es ¿es realmente el cerebro de una mosca más simple? ¿están las capacidades visuales de una mosca realmente por detrás de las de un ratón? No olvidemos que las moscas, como insectos que son, tienen altamente desarrollada su  visión mientras que el ratón, un animal nocturno depende más de otras variantes sensoriales como el tacto o el oído. Por otra parte, cuando hablamos de complejidad también nos referimos a la dificultad del trabajo experimental y en este caso, la miniaturización de órganos análogos en insectos, por ejemplo, es un plus de dificultad que debería tenerse en cuanta más a menudo creo. Seccionar un ojo de mosca es bastante más complicado que hacerlo con uno de ratón o uno humano, y esto es tan sólo un ejemplo sencillo.

En resumen, aunque es fácil entender que nuestros prejuicios influyan también el valor de la ciencia, al final es otro producto humano, es importante ser conscientes de esta situación para poder valorar en su justa medida los hallazgos en esos organismos más simples -en teoría- porque al igual que Eric Kandel, premio Nobel de Fisiología en el año 2000 por sus trabajos sobre la memoria en el molusco Aplysia, también creo que los modelos simples son útiles. Mucho. Tanto como para ganar un premio Nobel.