Glia: la buena, la fea y la mala.

La historia que traigo hoy tiene una protagonista principal. Una protagonista que durante años fue despreciado como la prima fea, a quien no se le suponía más papel que el de apoyo y soporte de las Primadonnas de la función, las neuronas. SIn embargo, se ha demostrado que sus funciones son mucho más diversas y relevantes (neurogénesis, defensa inmune, neurotransmisión, balance iónico…). Son muy buenas, en definitiva.

Nuestra protagonista son las células de la glia, en concreto un subtipo particular, los astrocitos, que han resultado ser mucho más importantes de lo que se les consideraba en principio para procesos como la transmisión sináptica (el intercambio de información entre neuronas) y por tanto, para el aprendizaje y la memoria.

Para que se produzca aprendizaje y memoria, a nivel celular, en las neuronas es necesario que ocurra un fenómeno llamado potenciación sináptica a largo plazo (LTP, por sus siglas en inglés) que entre otras cosas, se caracteriza porque en la región postsináptica, esto es, en la región receptora de la neurona a quien llega el recuerdo o memoria, se acumulan receptores (AMPA-R y NMDA-R) para un tipo específico de neurotransmisor (moléculas encargadas de la transmisión física del impulso nervioso), el glutamato -que además es un aminoácido esencial famoso por ser el saborizante preferido de la comida precocinada- .

El no recordar algo puede deberse a un fallo al “grabar” o un fallo al “reproducir”. En el momento de grabar, que es mediado como dijimos por LTP, puede haber problemas como que sólo una cantidad limitada de neurotransmisor sea liberada desde la neurona presináptica, cambios en las frecuencias de descarga y por supuesto, si no hay quien reciba el paquete, la información se pierde así que si se limita el número de estos receptores en membrana, la memoria no se fija. Cuando esto ocurre se habla de depresión sináptica (LTD).

Ya sabeis que en este blog hemos hablado varias veces de los problemas de memoria a corto plazo que produce la hierba maria -la marihuana-, o más bien el THC (tetrahidrocannabidol) sobre el hipocampo, que es el área cerebral donde guardamos cosas como un número de teléfono, o lo que tenemos que hacer en 10 minutos y que permanecerá ahí hasta que se fije en áreas superiores si es necesario.

Con lo que os he contado antes, vosotros también podeis suponer ya que una de las posibles razones por las que el THC nos vuelve olvidadizos es porque se produce depresión sináptica (LTD). Hay una retirada de receptores tipo AMPA-R de la membrana de la neurona receptora y lo que intentamos recordar, cae en saco roto. Ahora bien, ¿quién es la responsable de ordenar la retirada?

Según un artículo que acaba de publicarse en Cell: nuestros protagonistas. Los malos, en este caso, pues se ha descubierto en ratones que los astrocitos tienen en su membrana receptores para el THC (CB1-R) y que en respuesta a esta señal son los responsables de inducir la retirada de receptores en la neurona receptora.

Así vemos como tanto a nivel celular como a nivel humano, algo puede ser bueno o malo según las circunstancias, al mismo tiempo que reconocemos la importante tarea de una gran olvidada, la glia. Y…si vais a seguir dándole al porrillo, al menos ya sabeis a quien culpar de esos olvidos…

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