Los que me seguís os habréis dado cuenta que una de las cosas que me interesan, y mucho, es el sueño (entre otras porque es algo que siempre echo en falta) y otra, los ritmos biológicos, que es algo en que no solemos pararnos a pensar demasiado cuando hablamos de mente y cerebro pero que tiene mucho que ver con lo que hay dentro de nuestra cabecita.

Hoy volvemos a hablar de sueño y de ritmos, esta vez en relación con un neurotransmisor: la dopamina, y una droga, la cocaína.

Empecemos por el principio ¿os parece? El asunto del post de hoy viene porque recientemente un grupo de investigadores (entre los que figuraban unos cuantos españoles trabajando en España, por cierto) publicó en PLoS Biology que existe una relación entre la dopamina y la regulación del sueño.

La dopamina es un neurotransmisor que se produce en la glándula pineal y que es bien conocido entre otras cosas porque es el neurotransmisor implicado en “señalar” recompensa, es decir, cada vez que hacemos algo que nos gusta -comer marisco, por ejemplo, o el sexo, o drogas como la cocaína, de la que hablaremos luego-, en ciertas áreas del cerebro (Nucleus Accumbens, zona tegmentada ventral) se produce una explosión de señales mediadas por dopamina.

Ahora que ya sabemos quien es la dopamina, volvamos al sueño. En la misma área donde se produce la dopamina, la glándula pineal, se secreta una hormona, la melatonina, que está implicada en la regulación de los procesos metabólicos que tienen lugar durante la NOCHE. Ahora bien, para que se segregue la melatonina es necesaria la intervención de otro neurotransmisor, la norepinefrina. Los receptores para este neurotransmisor ahora se ha descubierto que también interaccionan con receptores para dopamina, y que cuando esto ocurre impide que se transmita la señal ON de la norepinefrina lo que baja la producción de melatonina, y marca el final de la noche y la señal de ¡¡¡DESPIERTA!!!

Todo esto es lo que se describe en el artículo, pero a mí me ha dado por pensar un poquitillo y se me ha ocurrido la siguiente asociación, pero aviso esto es sólo elucubración mía, no hay pruebas científicas que soporten lo que voy a escribir a continuación. Ahora que ya tenemos a casi todos nuestros actores sobre el escenario, sólo nos falta presentar al “malo” de la película: la cocaína. La coca es una droga que se caracteriza porque actúa inhibiendo la recaptación de 3 neurotransmisores: serotonina, dopamina y norepinefrina. ¿Qué significa esto? Pues que una vez una neurona ha transmitido la información por medio de estas moléculas, en vez de ser recicladas para parar la señal, las moléculas se quedan rondando por ahí y la información sigue transmitiéndose por mucho tiempo (por eso la coca es una droga “activadora”). Ahora pensad en la imagen de alguien “puesto”, una de las cosas que no siente es sueño, y lo que yo me planteo a la vista de este artículo, es si quizás la dopamina (y la norepinefrina) que son libres de re-estimular, al no poder ser retiradas del área de contacto entre neuronas (hendidura sináptica) está interfiriendo no sólo con la actividad de los núcleos del placer sino también con los del sueño y por eso el día se prolonga nonstop al meterse coca…pero esto es sólo  mi “paja mental”.

Entre las cosas que sí comentan los autores del estudio es que el conocer esta interacción es útil especialmente con vistas al tratamiento del jet lag y de las personas con trabajo a turnos, para quien se podrían diseñar tratamientos farmacológicos dirigidos. Sin embargo, como siempre, yo no puedo más que recomendar cautela. De la poyata a la farmacia siempre hay años.