En días de luna mejor salir a bailar. Lo de dormir…como que no

Llamadme pesada pero me encantan los ciclos. Me gustan las estaciones -salvo la falta de luz del invierno…y el frío-, los cambios de estado -de trabajo, de ciudad- y de ritmo. Lo que no me gusta tanto, aparte del frío y oscuro invierno es no dormir bien. Y a veces se dan estas rachas, unas veces por estrés, otras por puro agotamiento y otras…por la luna.

Pues si, resulta que la luna, dejando aparte de todas las paranoias que los astrólogos de TodoaCien de la tele intentan vendernos, ejerce una cierta influencia sobre nosotros. Más concretamente sobre nuestro patrón de sueño-vigilia.

Ahora ¡todos despiertos! Que empezamos. La semana pasada en Current Biology un grupo suizo publicó un artículo en el que desvelaban los resultados de su trabajo sobre los efectos del ritmo circalunar (aprox. 29.5 días, o sea un mes) sobre nuestra biología. Concretamente sobre la del sueño. Y lo bueno es que no presentan un puro recuento subjetivo de los participantes del experimento del tipo “Yo duermo como un tronco cuando no hay luna” o “La luna llena me pone como un toro y no hay quien duerma…” sino que además presentan datos objetivos sobre la calidad, cantidad y composición del sueño durante el ciclo.

Lo primero, para asegurar que no había ningún prejuicio a la hora de analizar/cuantificar los datos, fue planear el experimento como un doble ciego: ni experimentador ni sujetos sabían qué estaban buscando y además el estudio se hacía en un hospital para que no hubiera diferencias en cuanto a la cantidad de luz percibida por unos y otros, no sólo por la cambiante luz de luna según las fases sino porque en casa todos tenemos un número variable de cacharros con lucecitas que interfieren con la producción de la hormona que marca noche/día (melatonina).

Muy bien, después de tener a estas 33 personas durmiendo durante las distintas fases lunares en el hospital, les midieron los niveles de melatonina, cortisol (hormona relacionada con estrés), la estructura del sueño y les hicieron un electroencefalograma para estudiar su actividad cerebral durante las fases del sueño sin sueños (sólo soñamos durante una fase del sueño, la que se conoce como fase de movimiento ocular rápido, que es sólo una pequeña parte de un ciclo completo de sueño).

¿Y qué encontraron? Pues que en los días de luna llena (¡¡auuuuuuu!! -perdón-) en el encefalograma se podía observar una caída de un 30% en un indicador de sueño profundo; el tiempo hasta conciliar el sueño aumentó de media unos 5 minutos (en mi caso hubieran sido seguro 10 o 15, en el caso de algunos el tiempo en poner la cabeza en la almohada), y la duración total del sueño cuantificada por el electroencefalograma bajó unos 20 minutos. En cuanto a las hormonas de estos chic@s, sus niveles endógenos de melatonina también bajaron respecto al resto del mes y al preguntarles también opinaron que en esos días habían dormido peor.

Tiempo hasta quedarse dormido según la fase lunar (Cajochen,2013)

Parece ser, por tanto, que la luna llena no nos deja dormir. Al menos no a pierna suelta. Y aunque los autores hablan de especies marinas con ciclo circalunar, no presentan hipótesis alguna de por qué es así en humanos con el sueño, así que yo voy a “inventarme” una: quizá en las noches de luna llena, en el tiempo en que no existía luz artificial, era el momento de aprovechar para explorar ciertas áreas no accesibles durante el día por la presencia de predadores, o para avanzar en un viaje de manera más segura o…¿quién sabe?

En cualquier caso, este descubrimiento es más que interesante y abre la puerta a otro tipo de estudios para ver el alcance de este otro tipo de ritmo, que parece superponerse al ritmo circadiano (diario) y circanual (el estacional), y que por cierto en ninguna manera estaría relacionado con la capacidad de la luna de regular las mareas por la gravedad. Estamos hechos de agua pero no ye pa tanto.