Pequeños goces invernales de una ciudad del norte

Caminar bajo la luna en una noche estrellada. Tu canción favorita mientras esperas a que cambie el semáforo. Levantar la cabeza al cielo y dejar los copos de nieve posarse sobre tus pestañas. Mirar alrededor y que todo parezca una película en blanco y negro. Saltar en los charcos como una niña. Tararear en voz alta y que nadie entienda tu monólogo externo. Oír únicamente el crujido de tus pasos en un bosque que apenas deja pasar la luz, mientras caminas al trabajo. Un cielo que parece arder al caer el día. Días blancos, días azules, días grises, días dorados. Sentirte única y diferente a cada paso. Ver desde la ventana cómo el estrato de blanco que reviste la ciudad crece por momentos, mientras te arrebujas en la cama. Noches infinitas a la luz de las velas. Chocolate caliente. Una sonrisa al llegar a casa. Y tú.

Por todo eso y más ¡que nunca acabe el invierno!

2 thoughts on “Pequeños goces invernales de una ciudad del norte

  1. ¡Qué bonito! Cada estación tiene su lado amable, y el invierno no podía ser menos. El invierno que dibujas es muy cálido 🙂

    Un abrazo

Comments are closed.